Adinberri impulsa otros 16 proyectos innovadores para hacer frente al envejecimiento poblacional

Se trata de un reto de primer orden para nuestro territorio, al que ya estamos plantando cara a través de la estrategia para el envejecimiento saludable Adinberri. Este proyecto ya está transformando la forma en la que Gipuzkoa está afrontando este desafío: Ha activado al territorio, desde los agentes ligados al tercer sector hasta los del ámbito del conocimiento y la innovación, comprometiendo a todos en la búsqueda de soluciones. Entre todos y todas estamos transformando la manera en la que atendemos a las personas mayores y dependientes y, a su vez, promoviendo un nuevo sector económico y nuevo empleo de calidad.

Gipuzkoa: confianza en un proyecto común

Todas las personas aspiramos a un futuro mejor, a nivel personal, y para aquellos que más queremos. Cada cierto tiempo, hacemos balance de si nuestro proyecto de vida es el correcto, de si responde a las metas que nos hemos marcado. De la misma forma, las instituciones, también la Diputación, debemos preguntarnos  permanentemente, con honradez, si nuestro modelo de gobierno contribuye al bien común, al bienestar de las personas. Si es el que mejor sirve a la sociedad, el más apropiado para encarar los retos que compartimos, y corregir el rumbo en el caso de que no lo sea. En eso consiste la apuesta por la buena gobernanza que estamos realizando en Gipuzkoa: de consolidar un nuevo liderazgo compartido que ayude a hacer de nuestro territorio el mejor lugar de Europa donde vivir, trabajar y convivir.

El curso de verano celebrado el pasado jueves, en el que pudimos contrastar Etorkizuna Eraikiz con expertos de renombre internacional, nos reafirma en el camino emprendido. Refuerza nuestro convencimiento de que, para ser útiles a la sociedad, debemos ser capaces de afianzar una relación basada en la cooperación y en la confianza mutua, para detectar juntos y juntas los retos sociales y económicos del territorio, diseñar soluciones, y experimentarlas en entornos reales. Queremos inspirar y movilizar a la ciudadanía, a las asociaciones, las empresas las universidades y las redes internacionales, para poner en marcha una acción colectiva que nos acerque a nuestras metas compartidas, incorporando todo el talento, las ideas, la ilusión y el empuje existentes en Gipuzkoa.

Se trata, como pudimos comprobar, de un desafío que compartimos con los países más punteros del mundo, y en el que estamos bien posicionados. La nueva gobernanza es necesaria para encarar los retos de futuro acorde con la complejidad de un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso. También con la diversidad del entorno en el que la Diputación desarrolla su acción hoy en día, compuesto por instituciones, agentes y entidades, que generan una multiplicidad de relaciones, poseen el conocimiento, e intereses y visiones diferentes sobre la realidad de nuestro territorio. Sin olvidar la amenaza del populismo, a la que ni siquiera países como Suecia son inmunes. No debemos obviar el riesgo de que estos movimientos sean percibidos como los únicos que conectan con las verdaderas preocupaciones de la sociedad, con la calle, y apostar por la gobernanza colaborativa es el mejor antídoto.

El gran valor de Etorkizuna Eraikiz reside, precisamente, en que incide en el mundo real. En aquellos espacios en los que transcurre nuestra vida: en nuestras empresas e industrias, comercios, residencias de mayores,  entidades de voluntariado, autobuses públicos, escuelas, universidades, centros de investigación,  casas de cultura y bibliotecas… Lo hace poniendo en marcha proyectos piloto que ya están transformando esos espacios en la práctica. Los programas para impulsar la conciliación de la vida laboral y familiar, y  la participación de los trabajadores y trabajadoras en la empresa, por ejemplo, ya han llegado a 4.000 personas. En total, 20.000 guipuzcoanos y guipuzcoanas han participado en las actividades organizadas. Los centros de referencia avanzan a buen ritmo, y en breve presentaremos las conclusiones de trabajo del think tank en el que hemos reunido a guipuzcoanas y guipuzcoanos de prestigio en distintos ámbitos.

Etorkizuna Eraikiz nace de la certeza de que las instituciones públicas no somos capaces de establecer solas las condiciones para el progreso económico, social o cultural de Gipuzkoa.  El empleo de calidad, la inclusión de quienes atraviesan dificultades, el cuidado de las personas mayores, la movilidad eléctrica, la integración de las personas migrantes, la ciberseguridad,  el cambio climático o el fortalecimiento del euskera, son cuestiones de una magnitud que excede por mucho la capacidad y los recursos de la Diputación. Ni puede afrontarlas por sí sola de forma eficaz, ni sería deseable que lo hiciera. No aspiramos a monopolizar la acción pública, sino a complementar la de quienes llevan años trabajando por el bienestar económico y social del territorio, y demostrado su valía, siendo reconocidos incluso a nivel mundial. Estamos apostando por un liderazgo que potencie y catalice lo mejor que tenemos.

Si queremos un futuro a la medida de las personas, debemos construir el futuro de Gipuzkoa de forma compartida. El éxito de todas estas acciones requiere de una ciudadanía corresponsabilizada y comprometida con la creación de valor público. Si los y las guipuzcoanas no se sienten vinculadas al proyecto común, si no generamos unas aspiraciones compartidas, difícilmente estas políticas conseguirán transformar la realidad. Para ello, tal y como coincidieron en señalar los distintos expertos y expertas del curso, en un tiempo en el que los significados se diluyen, debemos cambiar de raíz la forma en que nos comunicamos. Establecer un diálogo permanente y sincero, explicarles sin rodeos nuestros retos y dificultades, perder el miedo a escuchar verdades incómodas, y saber gestionarlas expectativas. Ponernos en su lugar, conectando con sus prioridades, y que puedan ponerse el nuestro.

En ello estamos. Ni la co-creación de las políticas públicas, ni la escucha activa son caminos exentos de dificultades. Exigen tiempo, dinero, superar recelos y resistencias internas. Nos complican el día a día, porque nos obligan a reaprender, re-evolucionar, abandonar la teoría, la burocracia y los esquemas rígidos, y a experimentar. Nos hacen salir de los despachos para afrontar la realidad en toda su complejidad, y actualizar y redescubrir, a través de la práctica y la deliberación, los valores compartidos que nos identifican y nos han traído hasta aquí: la seriedad, la honestidad, la innovación, la igualdad, la solidaridad y el trabajo en equipo. Llegado el momento de hacer balance, me sentiré enormemente satisfecho si, precisamente, conseguimos poner los cimientos una cultura de trabajo que consiga trasladar el dinamismo propio de nuestro territorio, y sus señas de identidad, a la acción política.

Gipuzkoa, territorio de futuro

Una célebre frase del respetado sociólogo francés Pierre Bordieau anima a sus colegas a “combatir en sí mismo al profeta social que su público le pide encarnar”. Bordieau se refería a esa tendencia tan humana de tratar de vaticinar el futuro, habilidad tantas veces exigida a los sociólogos, pero también en muchos casos a los y las representantes políticos. Porque tendemos a pensar en el futuro de nuestras sociedades como si de una realidad predecible al 100% se tratara, cuando no como una especie de destino inexorable. Olvidando que somos los ciudadanos y ciudadanas –y sus representantes públicos–  quienes, con nuestras decisiones diarias, vamos dando forma al futuro de nuestras sociedades.

Hace tres años, cuando accedimos al gobierno de la Diputación de Gipuzkoa por segunda vez, teníamos ante nosotros el difícil reto de transformar la enrarecida atmósfera en la que se había instalado Gipuzkoa. Un contexto de parálisis y de polémica constante que anclaba a la sociedad guipuzcoana a debates del pasado. Una pesada mochila llena de problemas y proyectos   estratégicos, cuya resolución resultaba necesaria para el correcto funcionamiento y el desarrollo del territorio, pero que, lamentablemente, seguían sin ser resueltos.

Una carga que hemos conseguido aligerar poco a poco en estos últimos años, asumiendo el liderazgo y la responsabilidad que se le presupone a la Diputación de Gipuzkoa. La reactivación de las obras de Descarga, por ejemplo, permitirá culminar la rotonda de Gipuzkoa de vías de alta capacidad el año que viene. En 2019 contaremos también con nuevas infraestructuras para la gestión de los residuos que resolverán definitivamente el problema de las basuras. Sin olvidar el papel activo que hemos jugado en el esfuerzo conjunto de reactivar nuestra economía y de trabajar para que la mejoría económica llegase a todos los hogares, así como de impulsar las primeras intervenciones para la regeneración de Pasaialdea.

Sin embargo, resolver los problemas existentes no puede ser el único cometido de la responsabilidad pública. El mundo actual, en constante cambio, nos exige más que nunca analizar la profunda transformación socio-económica que vive nuestra sociedad, y adelantarnos para garantizar el bienestar de nuestra sociedad. En efecto, encaminar estos acuciantes problemas permite ahora a Gipuzkoa levantar la mirada hacia el futuro. Y hacerlo alejándonos decididamente de esa posición de “profeta social” que tanto denostaba Bordieu.

En una reciente encuesta, al preguntarles a los guipuzcoanos y guipuzcoanas sobre la incertidumbre que les generaba su propio futuro y el de sus allegados, el grado de preocupación se situaba en un 8,26 sobre 10. La inquietud sobre el futuro es palpable, por lo tanto, quizá como consecuencia de la última crisis económica. Todo indica además que las incertidumbres existentes no desaparecerán. Y ante esa realidad cambiante, ante todas esas preguntas que se nos plantean en esa primera mitad del siglo XXI, debemos actuar para decidir cómo queremos que sea el avenir. Para que en el futuro Gipuzkoa siga siendo un territorio competitivo económico y equilibrado en los social.

¿Qué tipo de atención queremos ofrecer a las personas mayores, en una sociedad que está envejeciendo de forma acelerada? ¿Qué herramientas pondremos encima de la mesa para que podamos conciliar entre la vida profesional y laborar? ¿Qué hacer para que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad y erradicar la violencia machista de nuestra sociedad? ¿Cómo podemos innovar en nuestras políticas lingüísticas para impulsar el uso del euskera entre los jóvenes? ¿Cómo favorecer la transformación de nuestra industria hacia la digitalización? ¿Qué oportunidades generará para nuestra industria la extensión de la electromovilidad?

Ante estas preguntas, caben dos opciones. Situarse en una posición de resistencia y negar los cambios tan de fondo que se están dando en nuestra sociedad. O analizar esa transformación, aceptar la responsabilidad de cada uno y construir desde hoy la Gipuzkoa del futuro. Gipuzkoa como territorio de futuro. La Diputación ha tomado esta segunda posición. A través del programa Etorkizuna Eraikiz, estamos tratando de afrontar esos desafíos de forma innovadora, compartida, experimental y vanguardista. Siendo la sociedad guipuzcoana quien defina y domine ese futuro, en vez de que las tendencias imperantes nos definan y nos dominen a nosotros.

Los desafíos que mencionamos, en muchos casos, son comunes a realidad que vive Euskadi y Europa. La grave crisis humanitaria que se está viviendo en el Mediterráneo nos recuerda que debemos generar herramientas para que las personas migrantes lleguen a nuestros barrios, pueblos y ciudades puedan encontrar un puesto de trabajo como medio para integrarse en la sociedad. En un contexto en el que las desigualdades sociales amenazan con el equilibrio y la justicia social, debemos seguir tomando medidas para que las desigualdades no se abran hueco en nuestra sociedad. Afortunadamente Gipuzkoa es una sociedad cohesionada, con hondas raíces solidarias y avanzados servicios sociales. Hasta ahora hemos puesto coto a las desigualdades, pero debemos seguir reforzando este modelo.

Ese debe ser el objetivo. Trabajar para que Gipuzkoa sea uno de los territorios con menor desiguadad de Europa. Basada en una economía fuerte y competitiva que se cimienta sobre una industria avanzada, proveedora de puestos de trabajo de calidad para todas las personas que viven en nuestro territorio.

El camino que, mediante Etorkizuna Eraikiz, hemos elegido para afrontar todos estos desafíos de futuro se basa en una doble vía. Por un lado, la vía de la experimentación: se trata de poner en marcha experiencias piloto, casos concretos, que nos permitan sacar conclusiones detalladas para extender procesos transformadores a todo el territorio. Por otro lado, se encuentra la vía de la colaboración con la sociedad organizada.

Esta misma semana hemos informado en los Cursos de Verano de la UPV de los primeros resultados que arrojan las experiencias piloto de Etorkizuna Eraikiz. Entre otros, se han presentado las conclusiones de 20 experiencias piloto en el ámbito de la conciliación y la igualdad en otras tantas empresas del territorio. Un proceso de experimentación alcanza ya a 2.500 personas y, además, ha suscitado el interés de 380 compañías guipuzcoanas, que han pedido poder seguir de cerca el proceso. Alguno de los casos ha servido para reducir la brecha salarial en la empresa, y en otro se ha conseguido aumentar la presencia de las mujeres en los puestos directivos, por citar alguno de los resultados más tangibles de estas experiencias que seguirán implementándose en las empresas del territorio.

El impulso a la conciliación e igualdad, la participación de las personas trabajadoras, el envejecimiento saludable, la ciberseguridad, la creación audiovisual en euskera, la inserción social, la industria ligada a la electromovilidad… No son desafíos que una institución o un representante público pueda abordar de forma individual. La Diputación está asumiendo su responsabilidad para que Gipuzkoa lidere apuestas en todos esos ámbitos, pero se trata de desafíos de enorme calado que debemos abordar conjuntamente, instituciones y sociedad. Para que sigamos construyendo el futuro conjuntamente, sin que ninguna persona se quede atrás.

La Gipuzkoa de hoy y la del mañana

Gipuzkoa cerró 2017 con una recaudación total de 4.670 millones de euros, un crecimiento del 11,3% respecto al ejercicio precedente. A falta de la liquidación definitiva del ejercicio, que llevaremos a cabo en el próximo Consejo Vasco de Finanzas que tendrá lugar en febrero, se trata de un registro que supera los de los años previos a la crisis económica, pero que debemos de tomar con prudencia.

El crecimiento se explica, sobre todo, a través dos componentes principales. Por una parte, el acuerdo alcanzado en mayo del pasado año en la Comisión Mixta del Concierto Económico entre las administraciones de la Comunidad Autónoma Vasca y el Gobierno español, que ha permitido desbloquear la problemática en torno al Cupo. De este modo, las instituciones de Euskadi hemos logrado recuperar las cantidades que Madrid nos adeudaba, un primer paso relevante de cara a la normalización de nuestras relaciones financieras con el Estado. La importancia de este acuerdo para nuestro país queda fuera de toda duda.

El segundo elemento de peso es el de la mejora del escenario económico y el paulatino fortalecimiento de nuestro tejido empresarial. Aislando el efecto del Cupo, Gipuzkoa recaudó en 2017 un 5% más que en el ejercicio precedente. Es decir, 202 millones de euros más atribuibles directamente a la revitalización de nuestra economía, ámbito por el que desde la Diputación Foral de Gipuzkoa estamos apostando muy fuerte desde el primer día de legislatura.

En 2017, la tasa de desempleo del territorio se redujo hasta el 8,4% que marca el Eustat. El empleo, según los datos que maneja nuestra Hacienda foral, creció un 2,6% durante el mismo periodo de tiempo, mientras que la masa salarial (la suma de todos los salarios) subió un 4,1%; ambos indicadores encadenan tres años consecutivos sin conocer los números rojos y, en especial durante este último ejercicio, los salarios han crecido por encima del empleo.

La consecuencia directa de esta mejoría es la subida de la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), ya que parte de la base de que casi el 90% de su base imponible corresponde a rendimientos de trabajo. También es más que reseñable la evolución positiva que ha tenido el Impuesto sobre Sociedades que, entre otros conceptos, grava los beneficios que obtienen las empresas: la recaudación registró una subida de dos dígitos (+10,3%), alcanzando su mejor cifra desde 2009. Se trata de un tributo que, durante la crisis, vio declinar sus ingresos por motivos obvios: si las empresas no ganan o están perdiendo dinero, la recaudación se resiente. Desde la Diputación, siempre hemos defendido que apostar por la promoción económica es la mejor forma de hacer crecer la recaudación de este tributo y, una vez superados los peores envites de la crisis, los síntomas de recuperación resultan evidentes.

Todos los citados hasta ahora son indicadores positivos y meridianamente claros de que nuestra economía se recupera y nuestro tejido empresarial se fortalece, lo que a la postre redunda en beneficio de toda la sociedad. El esquema es simple: a mayor actividad económica, más recaudación; y a más recaudación, más recursos para financiar nuestros servicios públicos, que ejercen de elemento redistributivo de la riqueza y nos permiten a las administraciones actuar contra la desigualdad social.

Obvia decir que la coyuntura actual tampoco es perfecta. Las cifras macroeconómicas son todas mejorables, siempre lo son; de hecho, en la Diputación Foral trabajamos constantemente para mejorarlas. Asimismo, sigue habiendo empresas que lo están pasando mal y que, en los casos más extremos, se están viendo abocadas al cierre, con la consecuente pérdida de riqueza y puestos de trabajo que ello supone para el territorio. Todo ello nos sirve de recordatorio y a la vez de acicate de que no todo está hecho, y de que tampoco podemos relajarnos.

Pero a pesar de que aún existan estos claroscuros, y sin perder de vista la prudencia, estamos en disposición de decir que la coyuntura actual es de paulatina mejoría y reactivación económica. Desde la Diputación Foral, como ya he mencionado, seguimos acompañando a nuestro tejido empresarial para lograr consolidar el actual escenario. Las perspectivas también son buenas a corto plazo e invitar al optimismo pero, a la hora de abordar el debate sobre nuestro modelo socioeconómico, echo de menos referencias al medio y largo plazo.

Por de pronto, Gipuzkoa, Euskadi y Occidente en general estamos inmersos en un proceso de cambio demográfico radical. El envejecimiento de la población es ya un hecho que irá in crescendo durante los próximos lustros, lo que afecta de lleno a las políticas públicas. Gipuzkoa tiene en la actualidad a 29.000 personas en situación de dependencia pero para 2031, es decir, en apenas trece años, este colectivo alcanzará las 39.000 personas, casi un tercio más. Todo esto, unido a la reducción de la población activa, debería de ser motivo suficiente para fijar entre nuestras prioridades la reflexión en torno al modelo socioeconómico y la financiación de los servicios públicos del mañana.

Ciberseguridad, cambio climático, medios de transporte… Junto al tema del envejecimiento, son muchas las grandes cuestiones que tenemos sobre la mesa y ante las que no nos podemos permitir mirar hacia otro lado. Con este fin, desde la Diputación Foral de Gipuzkoa hemos puesto en marcha esta legislatura la iniciativa Etorkizuna Eraikiz para, de la mano de agentes económicos y sociales y el conjunto de la sociedad civil guipuzcoana, empezar a trabajar desde hoy los retos y desafíos que nuestro territorio afrontará en un futuro no tan lejano y que ya asoma en el horizonte.

Volviendo a la idea con la que he dado comienzo a esta reflexión, 2017 ha sido un año positivo en lo que respecta a la recaudación, debido en parte al fortalecimiento de nuestra economía y al impulso de nuestras empresas. Todo ello nos reafirma en que nuestra apuesta por la promoción económica es la acertada, y que a través del impulso y apoyo a nuestro tejido empresarial lograremos dejar atrás las consecuencias de la crisis.

Pero al mismo tiempo, la coyuntura actual se presenta como idónea para levantar la vista del presente y empezar a mirar al futuro. El sostenimiento del nivel de bienestar del mañana es una cuestión que atañe a toda la sociedad, y un debate y una reflexión en la que agentes económicos y sociales, empresas, universidades y ciudadanía tienen mucho que decir. Sobre la base sólida que pisamos, pongámonos manos a la obra para blindar nuestro nivel de bienestar y construir entre todos y todas la Gipuzkoa del mañana.